Desde una perspectiva psicoanalítica, la falta es lo que se reitera, a veces compulsivamente. Lo que se tiene por seguro no hay por qué reiterarlo, destacarlo; por ejemplo, una persona normal no tiene qué presumir que tiene brazos, pulmones, venas. Lo que hay necesidad de reiterar es la falta, la reiteración y repetición de algo que en circunstancias normales sería obvio o se daría por descontado da cuenta de una falta. Como en otros casos la sabiduría popular tiene una expresión para este caso: "dime de qué presumes y te diré de qué careces".
Así, lo preocupante del Manifiesto de Enrique Peña Nieto (se puede ver aquí), no es la simplicidad y obviedad de sus "propuestas" (la cual desató la burla e hilaridad en Twtter, con el hashtag #PropongoComoEPN), sino que tenga que prometernos cosas que se deberían de dar por descontado. Se trata de la reiteración de una falta, pero como suele suceder, tal falta se revela en un lapsus, y todo el "Manifeisto" de EPN es un curioso pero atemorizante lapsus, que nos muestra de manera particular el contenido latente detrás del contenido manifiesto.
Pensemos en cualquiera de las democracias occidentales "legítimas", en Estados Unidos, Francia, Alemania, Inglaterra. ¿Cuándo un candidato en aquellos países ha tenido que reiterar que respetará los derechos humanos, la libertad de expresión, la división de poderes, el federalismo, las elecciones libres? Preguntémonos: ¿por qué la necesidad de reiterar el respeto a estos aspectos?
Un lapsus interesante: en el tercer punto dice: "Como Presidente de la República impulsaré una reforma constitucional
para crear una instancia ciudadana y autónoma que supervise que la
contratación de publicidad de todos los niveles de gobierno en medios de
comunicación se lleve a cabo bajo los principios de utilidad pública,
transparencia, respeto a la libertad periodística y fomento del acceso
ciudadano a la información". ¡Reconoce tácitamente que en la actualidad estos elementos no se dan!
Planteémoslo de otra manera: imaginen que una chica está considerando hacerse novia de un chico, y para convencerla, el chico le reitera "no te voy a pegar", "voy a respetar tus derechos", "dejaré que te vistas como quieras", "te dejaré decir lo que pienses", etc. ¿No sospecharían ustedes?, no debería haber necesidad de reiterar estos puntos.
En la repetición está la falta. El lapsus revela la patología.
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