domingo, 2 de octubre de 2011

Sobre la palabra "palabra"

Ni los griegos ni los romanos tenían una palabra como la que usamos actualmente: “palabra”. En griego se tenía “ὀνομα” (nombre) y en latín “verbum”. Tal vez por ello los griegos, cuando marginalmente se preguntaron por el lenguaje, difícilmente se preguntaron por otra cosa que no fuera la función de nombrar (cfr. Platón, Crátilo).

Pero ¿toda palabra es un nombrar?, ¿qué hay de las preposiciones, artículos, conjunciones? “En”, “el”, “y”, “con”, ¿nombran algo? Esto es algo que difícilmente podría ser cuestionado por una lengua altamente sintética como el latín.

El uso de “palabra” como lo conocemos actualmente parece ser una innovación de las lenguas vernáculas que introdujeron artículos definidos, indefinidos, entre otros cambios. “Palabra” quizás desplazó del centro la función hegemónica del nombrar en el ὀνομα griego y la indicación de una acción en el verbum latino –como el Dios bíblico que crea, hace con el verbo, siendo el primero que supo how to do things with words.

Palabra” viene del término latino parabola, que viene del griego παραβολή: παρα (al margen de) y βολή (lanzar). En latín significaba comparar, establecer un paralelo entre dos cosas. Luego llegó a tener el sentido de “narración” y se convirtió en paraula, cuyo verbo es paraulare, del que vendrían el francés parler y el italiano parlare. Así, en las lenguas vernáculas el sentido palabra y hablar surge de manera cercana a “parábola” y “narración”.

El término castellano “palabra” se introdujo en el s. XII, en el castellano medieval hablar se decía fablar (del latín fabular, “contar historias”), próximo al portugués actual falar. Estas modificaciones en la relación con el lenguaje habrían de acompañar a los cambios ontológicos y políticos que se dieron durante el Renacimiento y la Modernidad.

De modo que hablar con palabras es inevitablemente contar historias con parábolas, algo que Nietzche acabaría de mostrar con toda su fuerza.

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